miércoles, 8 de julio de 2009

Consecuencias del voto

Breviario
Jorge R. Muñoz Menéndez

Vale la pena dedicar unos minutos a examinar algunas de las conclusiones que arrojan los resultados electorales del domingo pasado en Yucatán.

La principal es que no hay sorpresas. Todo lo que ahora leemos era esperado y fue pronosticado. Si acaso la excepción es el porcentaje de votantes, que superó el 50% cuando esperábamos menos, algo más apegado al promedio nacional.

Lo que hizo y deshizo la ola roja de la gobernadora Ivonne Ortega Pacheco era bola cantada e incluso es poca cosa ante lo que estaba dispuesta a hacer y lo que creemos ya organiza para Mérida y otras zonas urbanas de Yucatán en mayo próximo.

Por eso la segunda gran conclusión es que estamos ante una renovada versión cavernícola del PRI, que cobijada en rostros jóvenes y un discurso populachero pero sin sustento en los hechos sabe aprovecharse de la desidia social.

Engolosinada, con nuevos cómplices y más recursos, la ola roja que vemos en el horizonte deja a la del domingo pasado en calidad de marea de lavabo.

Va la tercera: el desplome del PAN sólo no lo veían venir los que, gracias al gobierno federal, siguen cobrando un sueldo oficial que los atonta y ensoberbece. No hay de otra: si quieren conservar cierta presencia en las elecciones municipales y estatales del 16 de mayo, los panistas tienen que apostarle a un cambio radical en sus directivas visibles y subterráneas, y entregarle las riendas y candidaturas del partido a gente joven, fresca y dinámica.

En las actuales circunstancias, ninguna de las “figuras” panistas tiene futuro ante esta ola roja. Sin candidatos y directivos nuevos y jóvenes que rompan la imagen que hoy ofrece la oferta política del PAN, de nada servirán lo que queda del voto duro azul, la eficiencia en obras y servicios que generan las administraciones municipales de Mérida y el golpeteo que puedan generar por los evidentes abusos e injusticias que comete el gobierno y el PRI estatales.

Otra conclusión es que las panistas de hoy y ayer tienen en las cifras del domingo pasado la confirmación de que su fuerza político-electorera en Yucatán estaba subsidiada por factores circunstanciales. La fortaleza que presumían radicaba en elementos que no están bajo su control y que ni siquiera logran sustituir inteligentemente cuando se percatan de su vulnerabilidad.

Va otra consecuencia crucial de los comicios del domingo: si nos pareció tibia, incompleta y hasta timorata la actuación del IFE, agarrémonos con lo que nos viene aquí en Yucatán. Aunque ya lo señalamos claramente en otras ocasiones, vale la pena reiterar con todas sus letras que el Ipepac, la autoridad electoral estatal, carece de casi todos los recursos que hoy son indispensables para que triunfe la democracia.

No vemos recursos ni voluntad suficientes para anunciar que las próximas elecciones yucatecas tendrán un buen árbitro.

Otra conclusión importante es que el domingo confirmamos que poco queda ya del PRI yucateco. Lo de hoy es la ola roja.

Llega con mucha fuerza a enfrentar la selección interna de candidatos a alcaldes y diputados estatales, que sin duda es una prueba que permitirá ver si hay capital político suficiente para doblegar a caciques municipales y regionales... ¿Qué pasará con los inconformes y resentidos con el “neodedazo”? ¿Saldrá bien librada la ola roja de ese berenjenal? La balcanización del PRI en el país, en la que algunos gobernadores hacen y deshacen, vivirá un aquelarre aquí el 16 de mayo, pues con tal de fortalecer a una de sus piezas tirios y troyanos sumarán esfuerzos para sacar votos hasta de las piedras. Con la elección presidencial todavía distante, el catálogo de irregularidades que observamos en las últimas semanas parecerá un misal... Con un agonizante gobierno federal, no queremos ni imaginar lo que nos viene. Lo único bueno es que contra advertencia no hay engaño.

La sociedad como organización también forma parte de este recuento al brindarnos una pobre imagen. En estas elecciones se vio desanimada, dócil, desarticulada... Sus grupos intermedios, mediocres y algunos hasta cómplices... Sus centros generadores de reflexión, fríos y abandonados. Así las cosas, hay pocas esperanzas de que los meridanos puedan marcar la pauta.

Por su parte, la Comuna de Mérida —mal llamada la “joya de la Corona”, pues esa categoría debería asignarse al Congreso del Estado que es la auténtica caldera de los cambios trascendentes— podrá entregar buenas cuentas en materia de eficiencia pero no será suficiente para convencer a un electorado tan diferente al de años anteriores.

Por lo pronto, bien haría en dejar de actuar como si fuera ya la última de una gestión panista, y erradicar su costumbre —por cierto, muy al estilo del PAN— de presentarse como la incomprendida y como si nosotros fuéramos unos malagradecidos.

Cascabel Veterano de mil batallas, la noche del domingo pasado sonrió como viejo zorro al terminar de observar un vídeo de la celebración priista en la Casa del Pueblo: “Es un bombón asesino”, susurró al ritmo de aquella canción que popularizó Ninel Conde.— Mérida, Yucatán.

fuente: www.yucatan.com.mx

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