martes, 25 de agosto de 2009

Un año y aún sin respuestas

El silencio ha sido la respuesta sobre los 12 decapitados
25/08/2009

A un año del que es considerado el suceso más violento en Yucatán, aún hay muchos cabos sueltos en torno a la ejecución de 12 personas cuyos cuerpos fueron hallados sin cabeza en Chichí Suárez y Buctzotz.

Sin que se despejen todas las interrogantes, las consecuencias indirectas de ese suceso violento se ven hoy día en la vida de los yucatecos, en especial de los meridanos, quienes se deben acostumbrar a los patrullajes del Ejército y de la Policía Federal Preventiva, a que los policías usen pasamontañas y a ver cómo un automovilista es detenido porque tiene placas de fuera.

Aunque el 28 de agosto de 2008 está grabado en la mente de mucha gente, en Mérida buena parte de la población prácticamente ya olvidó ese suceso y hace su vida como antes de que aparecieran los decapitados.

Hasta el momento, la gran interrogante de los yucatecos es el destino de las 12 cabezas, duda que no se han atrevido a despejar las autoridades estatales y federales, aunque son estas últimas las que investigan el caso.

No obstante que el hallazgo de los 12 cuerpos fue el suceso más violento en la entidad —en su momento tuvo el “récord“ de más decapitados en un solo lugar en el país—, hoy se revela que las ejecuciones fueron el colofón de una serie de acontecimientos graves que confirmaron la presencia del crimen organizado en Yucatán, presumida como la entidad más tranquila del país por cada gobernante en turno.

Las decapitaciones fueron precedidas de sucesos aislados, pero sumamente violentos, que nunca antes se habían visto en Mérida, como el ataque con granadas a la base “tiburón” de Progreso, de la entonces denominada Secretaría de Protección y Vialidad (SPV).

Este ataque, ocurrido el 27 de enero de 2007, es considerado el inicio de la “guerra de carteles” del narcotráfico en Yucatán, suceso al que le siguió el intento de homicidio del agente Rutilio Martín Che, a quien tres sicarios llegados de Cancún balearon en el Anillo Periférico.

Pese a que las autoridades confirman que estos sucesos y los que siguieron están relacionados entre sí, la interconexión sólo consta en los reportes internos de los cuerpos policíacos, pero no en los expedientes abiertos por cada uno de los casos.

La actual administración recibió de herencia de la anterior esa “guerra de carteles” y registró su primer suceso violento atribuido al crimen organizado el 29 de octubre de 2007, cuando “levantaron” a Héctor Buenfil Amaro y su hijo Luis Alberto Amaro Raygoza, Teresa Trujeque Castillo (a) “La Venada”, su amasio José Luis Flores y una quinta persona no identificada.

Las cinco personas, vinculadas a la venta de drogas, fueron amenazadas, torturadas y liberadas un día después en medio de un silencio sepulcral de ellos mismos y de sus parientes.

El 11 de noviembre, en una casa de Temozón fueron hallados 12 fusiles AK 47 —“cuerno de chivo”—, nueve pistolas calibre .45 y .9 milímetros, tres camionetas —Trail Blazer, Avalanche y Suburban— y una motoneta. (Continuará).— Megamedia

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