Julio César Silva Cetina
Aunque tradicionalmente las elecciones federales de medio sexenio no despiertan mucho interés entre los electores, en el caso de los tres estados de la Península el proceso electoral tiene características especiales por todo lo que se juegan, más que los partidos, los diversos grupos políticos que tienen ramificaciones en cada uno de esos institutos.
Así, por ejemplo, en Campeche no sólo hay un proceso para elegir dos diputados federales, sino también hay otro para renovar el Congreso, los ayuntamientos y el gobierno del estado, pero ambos están contaminados por las frustradas intenciones de que la propaganda electoral del PAN fuera financiada con recursos públicos provenientes de la Lotería Nacional.
Hasta hoy, la intentona no tiene castigo, pero los protagonistas hablan de honestidad y transparencia donde quiera que se presentan a pedir el voto de los campechanos, que hace seis años vivieron elecciones locales muy reñidas, en las que el PAN estuvo a punto de ganar la gubernatura.
Sin embargo, carentes ya de la habilidad de Juan Camilo Mouriño, el extinto secretario de Gobernación, y con un financiamiento en la sospecha, el proyecto panista en Campeche puede correr una suerte muy distinta a la de hace seis años.
Platea En Yucatán la “guerra” es por Mérida, la preciada joya que el PAN pretende retener contra viento y marea, a pesar de “pirámides” y el efecto Campeche. Es la misma joya que el PRI desea recuperar 20 años después de que la perdió.
El partido que obtenga los dos distritos meridanos habrá dado un gran paso hacia la retención o la reconquista de Mérida en julio del 2010, cuando haya elecciones municipales, y para el 2012, cuando se elija a un nuevo gobernador.
Las tendencias son parejas. Si bien en las elecciones federales del 2006 el PAN sacó en Mérida una ventaja de 20 puntos porcentuales al PRI, un año después la ventaja se redujo a 6,000 votos.
Independientemente de la calificación que puedan tener los gobiernos municipales panistas, hay que considerar que para poco más del 40% de los 563,906 potenciales electores meridanos, que fluctúan entre los 18 y 34 años de edad, no ha habido más experiencia que la panista. No conocen otra forma de gobierno, pues no habían nacido o tenían menos de 15 años de edad cuando el PAN sacó al PRI del palacio municipal y, por lo tanto, habría en ellos deseos de un cambio que, desde su punto de vista, mejore las condiciones de vida de la capital yucateca.
A ese mercado electoral, que es de la era del internet y las redes sociales, es al que estarán dirigidos los mayores esfuerzos del PAN y del PRI.
Ante ello, el actual proceso electoral será también escenario de cambios en la forma de hacer campaña.
Los mítines ya no serán reales, en un espacio físico, sino virtuales, en “Twiter” o “Facebook”.
Luneta Lo mismo ocurre en otra de las ciudades importantes de la Península, Cancún, donde el 47.5 de los electores fluctúa entre los 18 y 34 años de edad, aunque en ese caso desde el 2000, cuando el PAN ganó el distrito, cualquiera puede triunfar, pues en el 2003 lo recuperó el PRI y en el 2006 volvieron a ganar los panistas en una cerrada elección con el PRD, dejando al PRI en tercero.
En el caso de Quintana Roo, la importancia de la elección radica en que el actual proceso electoral es la antesala a la sucesión que vendrá en el 2011, lucha en la que estarán por lo menos tres de los actuales contendientes: Carlos Joaquín González, candidato del PRI a diputado en el Distrito III (Cancún), Roberto Borge Angulo (PRI) y Gustavo Ortega Joaquín (PAN), adversarios en el Distrito I, que abarca cinco municipios del norte de ese estado.
En Quintana Roo es donde las campañas iniciaron más pimentosas, con denuncias de todo tipo, donde, incluso, los parentezcos quedaron a un lado.— Mérida, Yucatán.
fuente:www.yucatan.com.mx
jueves, 7 de mayo de 2009
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